Che, el trabajo y el hombre en la construcción del socialismo
El carácter socialista de la Revolución cubana fue enunciado el 16 de abril de 1961, dejando atrás la primera etapa de la revolución: la etapa democrática popular, agraria y antiimperialista; y abriendo el cauce a todas las transformaciones socialistas que se aplicaron desde el punto de vista de un Estado que marcha a la luz de los principios del marxismo-leninismo.
En ese sentido, era común en los análisis del Che acerca de la transición hacia el socialismo, destacar el papel de la conciencia en la construcción de la nueva sociedad. Él advirtió una y otra vez la necesidad de trabajar con la conciencia, teniendo en cuenta que el individuo debe recibir continuamente el impacto educador del poder social que lo identifica con la justicia social y los beneficios que le aporta esa nueva sociedad, la socialista.
Reconoció que el régimen socialista debe tener en cuenta y utilizar el estímulo material[1], pues estuvo consciente de las peculiaridades de la revolución en el tránsito hacia el socialismo, donde el interés material estará presente durante un tiempo en este proceso, ya que “salimos de una sociedad que no pensaba nada más que en estímulos materiales y construimos una sociedad nueva sobre la base de aquella sociedad, con toda una serie de traslados en la conciencia de la gente de aquella vieja sociedad […] El estímulo material es el rezago del pasado, es aquello con lo que hay que contar, pero a lo que hay que ir quitándole preponderancia en la conciencia de la gente a medida que avance el proceso”.[2]
El cambio cualitativo en lo que se consideran necesidades básicas es, sin embargo, una primera diferencia radical: el capitalismo rectorea el consumo, no solamente sobre el trabajo, también en la producción y en la distribución del producto.
El Che difiere de estos patrones de consumismo que genera el capitalismo, y si el supuesto “crecimiento constante de las necesidades” se lograra, la carrera del desarrollo estaría perdida para la economía socialista, que tiene que pedir sacrificios muy prolongados para lograr su acumulación y, sobre todo, tiene que organizar su economía sobre otras bases, racionales de consumo, muy diferentes que las bases capitalistas.
En “El socialismo y el hombre en Cuba”, sobre la base de las experiencias de Cuba, el Che investigó las posibilidades de realización de la personalidad en el socialismo; la necesidad de su preparación técnica-ideológica. El “Hombre del siglo XXI… -aclaró el Che- todavía es una aspiración subjetiva y no sistematizada”.[3]
Estas ideas el Che las sintetizó en la definición que brindó de socialismo:
“Podemos decir que la definición del socialismo es muy sencilla, se define por la productividad que está dada por la mecanización, por el empleo adecuado de las máquinas al servicio de la sociedad, y por un creciente aumento de la productividad y de la conciencia, que está dada por poner a los trabajadores todo lo que de sí tiene en beneficio de la sociedad.
Productividad –es decir: mayor producción, más conciencia – es socialismo. Y nosotros lo que tenemos ahora, es que construir el socialismo, aumentar la productividad y aumentar la conciencia día a día”.[4]